Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

miércoles, 14 de agosto de 2013

“El Doctor de la ley”

Subió cada peldaño con entereza, sus pies trasmitían la fuerza necesaria para elevarlo. Su traje de tela importada y fino corte se movía sutilmente con la brisa de la tarde.
La corte de aplaudidores oficiales se amontonaba para saludarlo, reconocía algunos de los rostros, ya que habitualmente los veía, pero si le preguntaban cuál era el trabajo que desempeñaban, seguramente no conseguiría salir del aprieto.
La multitud se acomodaba ante él, traída en camiones y colectivos para escucharlo, evidentemente los punteros habían hecho bien su trabajo, valían cada peso que le cobraban.
Acomodo sus anteojos, y se posiciono frente al atril, mientras  escuchaba la voz del presentador que hacia un extenso recorrido por sus credenciales, todas ellas incomprensibles para el vulgo.
No acostumbraba preparar discursos para enfrentar estos actos, no valía la pena perder tiempo en ello, tenía un par de ideas claras y sobre ellas improvisaba. Sabía que los aplausos saldrían desde el palco y desde allí se contagiarían, diga lo que diga.
Empezó con las palabras vacías de costumbre, y siguió por la descripción de los problemas de siempre, entrelazando anuncios rimbombantes de soluciones de discutida eficacia.
Fue entonces cuando su mirada se clavó en esa mirada perdida, esa mujer que sostenía a su niño en brazos. Podía apreciar desde lejos las arrugas de su rostro curtido por el tiempo, las preocupaciones y el cansancio habían hecho su trabajo. Sus ropas rusticas parecían rasparle los ojos, eran como un pale de lija, podía ver esos colores desgastados y esas manchas horrendas. Parecía que sus habituales mentiras, no podían convencerla, ella estaba alii solo por obligación, pero a pesar de su indudable poder no lograba doblegar su espíritu. Su cuerpo estaba allí, hasta su semilla le debía pleitesía, pero su alma, atreves de esa mirada escapaba.
Se preguntó cuánto se podía encarcelar un espíritu libre, se preguntó si ese germen estaría en alguna otra mirada. Recorrió el auditorio afanosamente buscando, busco y busco, una gota fría creció desde el centro de su frente y mientras recorría su cara enrojecida, sus ojos seguían la frenética recorrida.
No logro dar con otra mirada igual, tomo una bocanada de aire, termino su oratoria, trato de dejar atrás ese mal momento, pero desde ese instante no pudo ya borrar ese peso en su corazón, lo acompañaría hasta su auto importado aquel que lo llevaría a ese barrio cerrado que interponía la distancia necesaria actuando como un domo de la putrefacta inmundicia que se respiraba en ese barrio de ignorantes.
Fin.-


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