Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

martes, 15 de octubre de 2013

La madre paria

“Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión”.
Se tomaron las manos, sabían que una vida quedaba atrás. Cada uno evaluó lo que dejaban, familia, amigos, afectos, esa crisis enorme que les negaba un futuro.

Trataron de confortarse, la madre patria los cobijaría, después de todo el país que dejaban había recibido a sus abuelos en el peor momento, y antes que eso había financiado con sus recursos tantas crisis del viejo continente. Quien se atrevería a negarlo y cerrarles la puerta.

Se aferraron a los pasaportes sudacas mientras sus lágrimas los bañaban de realidad, los esperarían como parias, pero la decisión estaba tomada, no había vuelta atrás.

sábado, 12 de octubre de 2013

Heridas del hospital público

H
abían tomado ese fin de semana como excusa para el descaso y el reencuentro.
Tomaron la ruta temprano, desde que él bebe había nacido, no viajaban de noche, lo creían muy peligroso.

Cerca de un pueblito alejado de la civilización, conectado al mundo solo por esa calzada, un conductor que se dormía, una frenada brusca, el vehículo fuera de control, los neumáticos que chirriaban, el golpe, el estruendo, la oscuridad.
Luego todas fueron escenas cortadas.
La camilla, las corridas el fuerte olor a sangre, el dolor, otra vez la oscuridad.
La sala nueva, pero vacía, las enfermeras improvisando vendas con delantales. La desesperación, el dolor que no cesaba, no había analgésicos, la soledad. El olor de los cabellos de su niña.
Un joven doctor, lo miraba descorazonado, con bronca, no había con que hacer, no se lo podía trasladar, su rostro mostraba el exceso de horas necesarias para vivir de su mal pago trabajo, otra vez la soledad, la espera. La mirada de amor aquella tarde de juventud.
El sol entrando ahora por una rendija, las maquinas que lo monitoreaban fallaban, nadie las atendía, siempre fallaban, necesitaban mantenimiento, ruidos sordos, pasos, el dolor, otra vez la espera, se esforzaba para darles tiempo a llegar. ¿Dónde estaban?
El dolor que se va, los músculos que se relajan, el último aliento, los ojos cerrándose, esperando, su familia que no está.
Ahora el silencio, la enfermera lo contempla, una lagrima de impotencia que no llega a nacer, puños apretados, solo podía dedicarle esos minutos, debía reponerse y seguir.
Todo termino, se fue sin ruidos, anónimamente, se fue esperando, lastima,  nunca llego a saber que su familia hacia horas aguardaba por él.

Fin.-