Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

martes, 3 de diciembre de 2013

El código – Capítulo II: Ella

El tiempo de la vida humana no es más que un punto, y su sustancia un flujo, y sus percepciones torpes, y la composición del cuerpo corruptible, y el alma un torbellino, y la fortuna inescrutable, y la fama algo sin sentido. MARCO AURELIO

M
aría Pía era una joven estudiante de periodismo, profesora de historia y una gran lectora de novelas policiales. Hace algunos años alquilaba un pequeño departamento cerca del trabajo donde vivía sola, con visitas de ocasión que pronto despedía, sus padres veían con agrado esta situación aunque preferirían estar ya disfrutando de los nietos.
En el comienzo del día su costumbre era detenerse en el bar que estaba a dos cuadras del colegio nacional, el café de fuerte aroma se entremezclaba con el olor a madera vieja de su antiguo mobiliario, y aunque esto podía ser razón suficiente, seria mentira decir que era la única. La otra razón quizás más poderosa que la primera, se relacionaba con un hombre de anteojos con ese atractivo que pocos despertaron en ella. Se sentaba frente a su mesa, y trataba de parecer ocupada en sus asuntos, aunque el apenas le daba importancia. Solía esperar varios minutos hasta que el terminaba de husmear el periódico del día, pagaba su mesa y salía, no sin antes saludarla llevando sus dedos a la cien.
Luego ella también pagaba su cuenta y salía presurosa a continuar con su vida, por lo común no volvía a pensar en el hasta el otro día.
Esa mañana todo había transcurrido como siempre, esperaba a su partener leyendo la agenda cultural de la semana, se acercaba la noche de los museos, y hace meses preparaba su recorrido. El entro como de costumbre, precedido por ese delicado perfume de su loción para después de afeitar, con su traje oscuro y esa camisa de un inmaculado blanco.
Se lo veía nervioso, la rutina del periódico parecía no satisfacerlo, de repente vio cómo se acercaba a su mesa y empezaba una conversación casual. Trato de no aburrirlo, ni parecer muy habladora, contesto con sonrisas sutiles a las frases galantes que él le dispensaba. El, le pidió su Tablet, necesitaba realizar una búsqueda, temblorosa se la acerco y trato de no inmiscuirse, no quería que la creyera una chismosa.
No pudo refrenar sus instintos y como distraída en la charla, miro el contenido de la pantalla, avisos fúnebres? Qué clase de asunto era ese? Que buscaría allí? Sus miradas se cruzaron por un momento, el devolvió el aparato con cortesía, y escribió unas notas numéricas en una servilleta. Luego saludo, pago la cuenta y salió hacia la calle.
Ella no hizo más que seguir un impulso, no podía dejarlo ir así, quedo turbada por la extraña situación, sin pensar salió tras de él.
Cuando se cerró el pesado portal tras de sí, todo fue oscuridad, pronto una luz tenue fue testigo de un nuevo cruce de sus miradas, esta vez el respiraba entrecortado, parecía asustado, al verla el asombro se dibujó en sus pupilas.
Había poco por decir, poco tiempo para pensar, el sonido de otros pasos se acercaban desde la oscuridad.


3 comentarios:

  1. Me encantó que la segunda parte sea la otra perspectiva de los acontecimientos!

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  2. Bueno, lograste crear una buena situación de suspenso, espero la continuación. Muy bueno Leo

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