Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

jueves, 6 de marzo de 2014

Frutas maduras

H
acía mucho calor, pero el impermeable que llevaba cubría por completo sus ropas y no se atrevía a quitárselo.
Camino por ese hall, donde la gente se amontonaba por sectores, mirando hacia los lados y hacia atrás nerviosamente. Dos oficiales de policía pasaban conversando de sus propios asuntos, él rápidamente bajo la mirada y escondió el rostro bajo las solapas.
Llego a la fila de embarque, descargo su valija en el piso, sintió sus manos húmedas, las miro disimuladamente para comprobar que no estén manchadas.
Paso a paso avanzo la fila, cuando un guardia de seguridad se acercó a la despachante y tomo su lugar, mientras esta le comentaba algo al oído. Este procedimiento era poco común, ¿Qué le había dicho? Su preocupación crecía al tiempo que recibía mas y mas miradas extrañas.

Cargo su pesada maleta unos metros más y la deposito otra vez en el suelo, miro hacia atrás en busca de alguna rastro que lo delatara.
Otro paso hacia adelante, observo su pecho y sus brazos, buscaba alguna macula sospechosa. Dentro de aquel ropaje parecía nadar en sudor, sudor que poco a poco se fue apoderando de su cuello y su frente.
Quedaban pocas personas adelante y las miradas con el personal de seguridad se cruzaban cada vez más frecuentemente.
Un paso más, y al tomar su equipaje, trastabillo, de pronto todas las miradas estaban sobre él. El guardia se acercó presurosos y lo tomo del brazo, -¿Se encuentra bien?, balbuceo un “Si” inverosímil.
El agente recibió una llamada de su intercomunicador y la contesto manteniendo agarrado su brazo.
Las manos le temblaban, y transmitían el impulso a todo el cuerpo. La gente  se amontonaba en la fila y los ánimos se ponían cada vez más caldeados por la demora.
Tomo por última vez su maleta, miro hacia atrás y pudo divisar un claro entre la multitud. Empujo al guardia y salió corriendo, corrió como nunca en su vida, corrió y solo se detuvo frente a un taxi en el que salto a su interior.

Una vez en camino, por fin se sintió seguro, se abrazó a la valija tranquilizándose, debía buscar otra forma de pasar  sin declarar esas frutas maduras que tanto ansiaban sus parientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario